lunes, 22 de noviembre de 2010

SUEÑOS DE ELFO


POR: Javier Ricardo Zabala Rincòn 

En un reino sagrado, de tierras santas, existió un sueño encantado, solo elfos vivían allí, una sociedad respetuosa y pasiva. Su rey era un hombre justo y un líder capaz de sacar adelante todo su reino,  su hija Quenya era una mujer hermosa,   la más bella de todo el valle, una mujer de cabello largo y blanco como la nieve, ojos azules u llenos de amor y misterio, mirada profunda, impactante a los ojos de un mortal y con una piel tan suave que el viento sentía las ganas de acariciarla cada mañana.
Por desgracia el rey tenía problemas con un reino cercano, había tenido diferencias de ideas con el jefe de aquel lugar sin leyes, donde cualquier cosa era permitida y el orden era el sueño de los dioses, pero no la realidad de su comarca. Allí vivía una población de Minotauros, que querían adueñarse del territorio elfo.   
Un día mientras Quenya paseaba por las calles tropezó con uno de los caballeros del rey, un elfo alto, robusto y de cabello largo, su nombre era Vala, desde ese momento hubo una relación espiritual y sentimental entre los dos, como si nunca hubiesen conocido la belleza del mundo hasta ese momento, el silencio retomo sus pensamientos, la felicidad se expresó con temor, y sus miradas juntas permanecieron por un largo tiempo. Decidieron hablar de sus vidas, dieron una vuelta por el valle y la noche rápidamente alcanzó sus pasos; la luna en lo más los vigiló y una sensación de paz en sus almas se ocultó junto a un lago con el reflejo del cielo estrellado,   allí la noche pasaron y jamás terminaron la historia que allí comenzaron, con la necesidad que ellos tenían de que nunca acabara. Así pues, juntos esperaron hasta el amanecer para despedirse u esperar solo volver a verse alguna vez.
Esa mañana, Quenya salió del valle a recorrer el campo, liberar sus pensamientos y dejar atrás sus preocupaciones al ser la hija del rey, mientras caminaba se encontró con un grupo de Minotauros, liderados por Hércules, llamado así por su poderío y fuerza, ellos la detuvieron e hicieron preguntas a las cuales ella muy inocente respondió, informándolos a ellos de que era la hija del rey elfo, por lo que los Minotauros tomaron la decisión de secuestrarla para presionar al rey.
Minutos después la noticia llego a manos del rey elfo, quien armo pronto un ejército para recuperar a su hija entre su armada se encontraba el soldado Vala. Al enterarse de la noticia, sintió como un frió eterno dominaba su cuerpo desde la punta de los pies hasta la cabeza, decidió ir a guerra solo para recuperar a la mujer que amaba y si era necesario perder la vida solo para salvar la de ella, pues era lo más que podría darle un soldado a una princesa, su vida, su corazón y su alma.       
Así fue, el ejército rápidamente se dirigió a territorio enemigo, en una batalla de fuego se perdieron muchas vidas, los ángeles bajaron del cielo y tomaron las almas valientes caídas en combate, Vala derroto a Hércules, atravesándole el corazón con una flecha,  pero también salió lastimado; mientras veía a sus amigos caer en el campo de guerra, se amarró con una bandera elfa, le entregó una carta a un mensajero dirigida a Quenya, donde se despedía de ella. Murió de pie, amarrado a la bandera la cual se sujetaba sobre el suelo, ondeada con orgullo enfrentando las adversidades  de la vida, y salvando la vida de la doncella que amaba con el alma. Ella lloró su muerte pero nunca dejó de amarlo y el pueblo elfo continuó con su vida de paz y tranquilidad.

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